28 agosto, 2014

SOMNOLENCIA APOCALÍPTICA

Casi nunca sueño, más bien dicho… nunca me acuerdo de mis sueños.

Hubo una etapa de mi vida que dormía mucho y con mucho, me refiero a mucho. En esos días, me acuerdo que era intensamente lo que soñaba, lo vivía entre sábanas y amanecía y recordaba con detalles todo lo que había pasado por mis inconscientes sueños la noche anterior.

Hoy no. Hoy es raro que me acuerde de algo de mis sueños, por eso cuando llega la mañana en que despierto acordándome de ellos, le pongo especial atención.

La mañana del Domingo, desperté con un bombardeo de imágenes que retumbaban en mi cabeza y todas ellas eran parte de una película mental que viví: el fin del mundo.

Empezó todo con un paseo en camioneta, voltear a ver el atardecer con mi mamá y  ver lo que creíamos eran “fuegos artificiales”… nada más que no eran artificiales, eran realmente reales. No se si esos fuegos del cielo venían del sol o de otro astro, lo que si se es que invadían cada espacio y cada lugar en la tierra.

Eran bolas de fuego que llovían sobre las ciudades, parecían cometas rojos brillantes y al hacer contacto con la tierra, prendían todo lo que estaba cerca. Afortunadamente entre mis somnolencia nunca ví que la gente se quemara o sufriera, simplemente asociaba los gritos con el sufrimiento y dolor. Caos, miedo, angustia pero sobre todo un histerismo colectivo. 

Yo me acuerdo que no sentía miedo y creía que nada me iba a pasar. Sabía que me iba  a morir pero no estaba asustada, lo único que me preocupaba era que tanto me iba a doler el quemarme lentamente; lo único que deseaba era que si así era como iba a morirme, fuera lo mas rápido posible para no sufrir. Mi mamá tampoco estaba asustada ni nerviosa, pero si me acuerdo que tratábamos de huir y de escondernos de lo que a teníamos predestinado.

Los sueños y visiones apocalípticas de que nuestro mundo se va a acabar supuestamente tienen un significado: que nuestro propio mundo se ve amenazado por la destrucción, que algo cambiará de forma brusca y me está amenazado.


Es normal que el fin de un mundo y el inicio de otro asusten. Lograr mas experiencia, neutras emociones y crecer emocional y psicológicamente.

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