10 diciembre, 2017

DE MANZANAS Y AMNESIA

El top momento de la noche, del viaje, del fin de semana, del año y seguramente de mi vida, fue haberme comido una manzana con Poni. Es que nadie entendería, porque por más que crea poder tener la capacidad de narración oral o escrita, existen momentos que superan las capacidades de comunicación de cualquier ser humano. Y este es uno de esos.

Una mesa en el centro del  backstage room del café Iguanas con un enorme frutero. Ya de ahí saca.

Obviedad máxima de un after party: pistos, monchis, quesos y cosas las más deliciosas pero ¿frutas?. Yo tampoco entendía porqué había frutas pero deli: naranjas, mandarinas, plátanos y manzanas.

Veo una mediana manzana amarilla, de las que siempre agarró en donde este  y con quien esté. De las que vienen con el número de serie de cuatro dígitos en su calcomanía, lo que quiere decir que es cosecha mexicana. Entonces la agarré sin preguntar ni imaginar que reloj en mano cinco minutos después Poni tomará la gemela y me pidiera permiso, porque juro que dijo algo así como “Si, ¿no?”. Y al menos que sea una expresión muy chilanga pero para mi entender, preguntó por aprobación. Esas serían las primeras palabras que me dirigiría esa noche y aunque no la primera conversación en nuestra historia moderna, sí la primera vez que fue él quien se acercó a mi y no al revés.

Y entre mordidas nos contamos cosas. No me preguntes qué porque después de la tercera mordida todo es un bippppppp enorme súper luminosamente blanco en mi cerebro, marcando la ausencia de todo recuerdo. Amnesia disociativa, le dicen.

Pienso que si dos manzanas están juntas en el mismo frutero existe una altísima probabilidad de que llevan un largo viaje juntas. Imagino que en algún momento fueron una sola semilla, luego pasaron por la fotosíntesis y eventualmente crecimiento del manzano que daría como producto final a esas manzanas que siempre fueron planeadas para comercializarse. Las shinearon y acomodaron estratégicamente en el área verde de algún potente supermercado regiomontano al cual acudiría un frío jueves de diciembre el chalán del Iguanas para surtirse de víveres que normalmente ofrecen a los artistas de sus conciertos. Chalán piensa que es una mamada tener que comprar frutas y ponerlas cada noche de concierto porque acaban echandose a perder porque nadie les tira un pedo. Pero jefe de chalán es bien picky y para eso le paga: para que se calle y haga lo que le ordene. Chalán acomoda las frutas ya en automático y sin lavarlas. Las manzanas a mero arriba.

Manzanas amarillas para un poni y un borrego.

En tu cara paraíso, en tu cara Eva, en tu cara Adán, en tu cara serpiente, en tu pinche cara.

EVA- 0
SAFARI - 1

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