19 febrero, 2018

ENVÍOS

Hoy de nuevo a punto de cometer un entierro. No se porque pensé que era buena idea conseguir y comprar un álbum de vinil rosa de gatitos con flores para regalarlo. Ah, perame, regalarlo y enviarlo, claro. Postal service y la verga.

Qué pendeja. Qué pendejada. Eso es ya tener dañado el chip del cerebro porque a ver, acuérdate del póster de Andrés Gamiochipi. Haz memoria:

Te pasó así como ahorita el mensaje por el cerebro y no lo ignoraste: hiciste el movimiento en caliente. Ni procesaste la información, no hiciste un juicio de tus actos, no emitiste un plan, un objetivo o misión, tampoco te orientaste con segundas opiniones. No recuerdo haber hesitado (del verbo hesitated. Ah, ya perdón, vacilado). Kinch Ink punto com. Oxxo porque tu tarjeta no funciona en la página, o te da miedo que clonen tus datos o lo más probable es que no tiene fon2. What ever forever.

314 pesos y a los días llegó a mi casa. Emocionada saqué de la envoltura un print en papel de un collage a colores, directo del espacio. Eran los dos más espaciales que encontraste una noche de embriagante sobriedad en la que pinterest te llevó a la página oficial de Andrés y de ahí a compras en línea.

El primer póster: el de un astronauta de la NASA que cubría todo su rostro con un enorme casco del cual brotaba una gigantesca flor roja o rosa mientras que en el fondo se puede observar un cielo celeste que pretende darte a la idea que el cosmonauta se encuentra en la tierra pero se siente en otro planeta y no sabe si va a volver.

El segundo ufff*: drawing constellations. No mames con la hermosura del niñito de pelo corto negro que vuela en el espacio mientras une los puntitos con un gis blanco de cada estrella que tiene a su alcance para formar constelaciones. Ese astral constelado es la pinche poesía visual más verga del mundo. De ese sí pedí la versión pocket: una postal que conservo en un portaretrato en mi baño, para que cada que me encuere para meterme a la regadera, el niño me vea.

Ya que los tuve en mis manos, Estafeta porque es lo que hay. No me acuerdo si puse cartas y ese pedo. Coincidentemente, las dos personas que firmaron los paquetes de recibido en ambos casos fueron las mamás y ese es un misterio inexplicable.

Al collage del niño de las constelaciones lo volví a ver enrollado en su librero en la sala de Azucena Street. Al Nasa guy sólo en alguna foto como fondo supe que había llegado a su destino porque en la imagen indirectamente quería que supiera no sólo que le llegó, sino que le gustó: hanging arriba de su cama, espacio personal, la pernocta y todo lo que representa.

Uno enrollado y otro colgado. De ahí saca. 

Pero hoy cuando los gatos del disco me hablaron, algo les cayó la boca y esta tarde entendí que la voz regresó y también a mi me dijo STOP IT. Así, en mayúsculas: para que entienda, porque a veces ni así.

Es claro y directo. El mensaje no miente y en este caso esta bien fuerte y poderoso. Hay cosas que por más que quieras no puedes ignorar, como por ejemplo la noche en la que la Voz me advirtió que momento de largarme de 334 porque me lo escupió con el tiempo 00:00. Y por medio de la ambulancia. La pinche ambulancia. Eso fue un grito de emergencia. 

“Vete de aquí pendeja, ¿qué no estas entiendo?” E ignoré el llamado de la Voz que semanas antes me salvó y sacó del lugar del Vino.

Hoy se volvió a presentar con otra forma y otra cara y otro cuerpo y otra dimensión pero claramente se comunicaba y decía No.

NOTAS DE AUTOR:

*fff: for your fucking info:

fff: Fernanda Melchor te megamo. No se en qué estaba pensando cuando me atreví a cometer la gran pendejada de regalar tus libros (los míos, pero de tu autoría). Estoy segura que el universo tiene planes perversos de regresar a ti mis ojos, y no es el fin de nuestros tiempos. Eventualmente volverán a mis manos y neuronas tus hojas.

fff 2: Fun fun fest en Austin ’10 fue un chingo.

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