24 mayo, 2015

SÁBADO VEINTITRÉS

Que putas no tengo sueño. No me da la gana dormirme. Me siento todavía como si fueran las nueve de la tarde, porque hoy mis nueve fueron de tarde y mis cuatro, las de ahora y las de ahorita, son de noche y no de madrugada.

Hoy, como en los últimos veintitantos días pasó algo, algo que cambió y que hizo una línea transversal: me quité para siempre mi pulsera roja de ojitos. Ya no quiero volver a saber de ella. Ayer se me cayó la parte principal que era una medallita y hoy me dije a mi misma, se va toda la puta pulsera.

Y la historia empezó.


Y entonces, mi día siguió, tan distinto a todos los sábados del Quince (año). Por hoy fue abrir mis ojos para saber que no los quería tener abiertos, que cualquier escondite en mis sueños era mejor que una mañana desconocida y soleada. Y no lo logré, y continué encerrada entre nada y entre nuevo, lo nuevo de mi cuarto (es que aquí tendría que justificar que mi cuarto sigue siendo el mismo, solo que ahora tiene todos los muebles cambiados, quité cosas y puse un cuadro).

Volví a mi lugar de escape temporal, llamémosle sueño a eso de pasadas de las dos de la tarde, tiempo oportuno para mi sistema digestivo porque ya habían pasado dos horas desde los chilaquilles aguados de Magdalenas.

La verdad es que si regresé del desconecte diferente, igual supongo. Entonces entendí que cuatro horas oyendo llover inconscientemente, oliendo poco a poco la humedad de la tierra y los olores llovisnales de los arboles y flores de mi jardín, eran cura suficiente para lo que fuera. 

Así que pasó lo que tenía que pasar: baño, secadora, plancha, maquillaje, vestido, bolsa, aretes, tacón, anillo, uñas, perfume, colorete, llaves, cambios, estacionamiento, lodo, gente gente gente, cacahuates, fritos, gente gente gente, cigarro, gerundios, oso, misa, jege, mensaje, adios, carro, lodo, portón, cuarto, shorts, camiseta (la escogida siempre en los días tristes, la del ojo llorando), despeine, desmaquillaje.

Entonces, empezó mi día con lo último que hice hoy. Acomodé todo a la delicada perfección, apagué luces, saqué colcha y concordó con mis planes mentales-elementales que el segundo que yo tenía programado en mi enredada mente para iniciar un encuentro fílmico-poetoide, fuera solamente ese y no otro.


ANEXO DE PROPIEDADES DEL NÚMERO:
El veintitrés es el noveno número  
Número primo de Sophie Germain
Sistema binario 10111 
Romano XXIII
Vigesimotercero