18 septiembre, 2014

PARA LELO

En un mundo paralelo no es Septiembre, es Diciembre. Y no estoy en la oficina, estoy en un rancho en medio de la nada, o mas bien dicho en medio de caballos, vacas y gallos. Me desperté porque me empezaste a hacer costillas en la panza porque no puedes estar quieto sin molestarme sabiendo que yo estoy descansando, y eso que anoche nos desvelamos y lo que hicimos nos dejo muy muy cansados.

Te agradezco que no dejaste que se apagara la chimenea y que te levantaras en la madrugada a ponerle leñitos al fuego que se estaba apagando.

Me levanto al baño y como estoy encuerada nada mas me enrollo en la sabana y camino descalza y siento como hielos que se encajan en mis pies y tu te ríes porque nunca te hago caso de usar calcetines en invierno, pero saber que odio dormir con algo en los pies, aparte ¿como te voy a hacer piojito con mis dedos en tus piernas si tengo calcetines?

Cuando salgo del baño, me estas esperando con un café extremadamente caliente y  exactamente como me gusta en los días de neblina y llueviosos: con rajitas de canela, clavos de olor y piloncillo.  Me escaldo la lengua y me das un beso curativo. 

Te veo y te veo y no dejo de verte porque me parece mentira que estemos juntos y que sea tan deleitante nuestra compañia e imagino que en un mundo paralelo estoy escribiendo acostada en mi cama con mi perra (Nina la perra y la perra soledad) sobre una irrealidad imaginada y me da gusto de saber que en ese mundo no estoy.

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