07 junio, 2018

DIEZ DE CINCO


No le di diez estrellas porque el límite son cinco.

Es el wey más pinche interesante del planeta y trabaja de uberista. 

Es inteligentísimo, espiritual, ocurrente, ecléctico y eléctrico. Su único defecto es que es regio.


No me atrae, digo, sí pero no así, osea no me lo quiero coger. Es un ruco de como sesenta y garra; tiene finta de que fue guapetón de joven y al hablar con él me da la sensación de estar cotorreando con el tío buena onda que vez una al año en la posada familiar.

Se agarró hablando de temas que iban desde bienes raíces, antropología, local celebrities, viajes al extranjero, experiencias laborales y en algún momento hasta dió con bola y sintonizó la estación de radio que yo quería oír. 


Adrede me metí a la app y cambié la ruta porque no había manera de que me bajara tan rápido de ese carro. Cada vez la conversación se iba poniendo mejor y qué digo conversación, si era un monólogo pero still, me tenía super apantayada y lo sabía. Y más fantaseaba y más le creía.

Sin pedos pude haber pasado mi día entero encerrada en el carro con el aire rujiendo y el sonido a todo vuelo, escuchado y tratando de descifrar sus historias: los judíos  de Allende, los siete huevos de dinosaurio, la casa de Mauricio, los Tres de ayer, las pepitas de oro, sus dos libros publicados, las brujas de Santiago y sus rituales en la cola de caballo, los duendes de Chipinque, la abuelita del Bronco, la copetona de Margain, la Nasa en Estación Marte.

Cuando supe que no había forma de superar sus anécdotas fue cuando me contó que visitó la tumba de Carlos Castaneda en Sonora y que ahí mismo se le apareció un puma que le habló de la rueda del tiempo. Ahí sí que pensé que tal vez no estaba frente a Juan Manuel, tal vez era el mismísimo Don Juan, pues betuasaber con los chamanes y brujos de noreste del país.

Ya que me bajé pensé que no había manera de que todo le haya sucedido a un sólo ser humano y si sí yo sería la última persona con la que conviviera y si sí, ese sería el último trabajo que agarraría.

Tal vez todo fue mentira y nunca pisó ni los baños de una escuela. Tal vez es un magnate histéricamente aburrido que decidió experimentar la vida terrenal de un humano en vías de decadencia auto-empleándose de taxista.O es un mitómano. O se chingó un ajo antes de subirse al carro. O sufre de exageración enfermiza. O un psicópata con delirios de grandeza. O le entró mucho a los hongos de joven y se quedó en el viaje. O tiene muerte terminal y quiere crear historias para creer que todo eso le pasó en esta vida. O sufre de algún desorden mental que le hace confundir la fantasía con realidad. 

Qué se yo. Lo que sí es no quiero finalizar el viaje ni hoy ni nunca.

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