13 julio, 2015

NEGRO CÍRCULO AGUJERADO

¿Adivina quien ya se siente chica acá machín?  (hago la pregunta hipotética como si de antemano tu, lector, supieras que me estaba llevando verga hace rato) pos era no mas de que agarrara la pinche birula y me pusiera a darle al cardio para acelerar las neuronas y mover tantito el cerebro de su triste inerte situación.

Y me di cuenta que pasa algo bien culero, y no es que no lo haya notado antes, solo no lo había hecho público: el negro círculo agujerado del bajoneo. No encuentro otras palabras para describirlo.

De repente te sientes de la verga, no tienes ganas de nada y hasta pareciera que física, mental, emocional y/o blablablamente es imposible hacer algo. Hasta que la fuerzas, le metes quien sabe de donde acción y  chingue su madre, a ver que pasa. Círculo del bajoneo (un círculo que encierra y te atrapa y te amarra) porque no sales de el hasta que no te pones a hacer algo, pero para hacer ese algo es un pedo, porque estas en tan culero momento que no hace sentido siquiera mover un dedo. Total, aqui mi historia.

Quedé de ver a las ciclistas a las ocho, para ver si cambiando la hora se rajaban. Cinco minutos antes de irme seguía en chones y así me quería quedar hasta que Diosito me recogiera (nocierto) porque en verdad, no tenía el menor intento de arrancarme a birulear (o de hacer cualquier cosa que requiriera tiempo y esfuerzo).

Y sí, logré subirme y pedalear hasta el punto de reunión con las chichas pero a las tres cuadras ya estaba vendiéndome pretextos para regresarme a mi casa. Que si se me olvido cerrar la puerta. Que la llanta esta baja. Que me dolio la panza. Bueno, me corrieron miles de mentiras por los túneles cerebrales. Y no, me aguanté. Iba a mi paso, alejada y callada.  Hasta que a mitad de recorrido las endorfinas medio que hicieron su efecto y pegaron en todo mi ser para quitarme la pesadez y malestar emocional que me cargaba. Empecé a disfrutar poco a poco el paisaje, los niños descalzos, el perro que me persiguió, el pinche vado bonito con tanta agua, el viejito en carreta, las familias acampando en el río, Paco el de rural, Alfredo Horses, los vecinos Bermea y sobre todo las últimas 10 cuadras que me chuto sola y donde por fin pude dominar el bellísimo arte de andar en bici sin manos. Chingon. Chin-gón.

Total, le escupí en la cara al puto negro círculo agujerado y pude destantear el enemigo, solo por hoy.

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