18 enero, 2022

BLUE MONDAY

La energía de hoy estuvo rarísima.

Empezando con el puto camión de senda que invadió carril y casi me da en la madre para que en ese frenón se volara el alto una camioneta roja con un ruco que cuando le pité porque casi choco, me grito pinché vieja pendeja, no vez? Y yo: pos primer ve tu cara de puñetas, pendejo


Como a las dos horas, ya en mi bazar, entra una señora con una vibe medio loca. A huevo quería crema para las manos pero preguntaba insistentemente que si vendia perfumes. Este loop de dos preguntas persistió hasta que se la nada se cae una tapa de dulcera de cristal cortado y nos saca de pedo porque hizo muchísimo escándalo y había vidrios all over the place. Como que se asustó y la vieja salió volando.


Claramente prendí un palo santo para que se fueran las energías extrañas.


Ya en la tarde, llega una mujer policía. Ya la conocía e igual que la primera vez que la vi, sentí como su presencia imponía un chingo. Una sensación de miedo, respeto y admiración. El poder que producen las armas, es inefable. La morra traía de cada lado de sus caderas, una pistolota. ¿Solamente a mi me corre por la cabeza el impulso de quitársela y apuntar? Siempre que estoy cerca de un arma con un agente, me da ese pensamiento. No lo haría, claro esta, pero no puedo dejar de pensarlo. 

La policía no era municipal y del nervio no pude leer que decían sus logos. Traía pantalones caqui, camisa de manga larga blanca, combat boots y cintó negro. Las uñas largas y pintadas, las pestañas postizas y el pelo negro recogido en una chonga restirada. Se llevó dos pijamas: una de shortsito y otra muy sexy de vestidito. Mirijeo por encimita los jeans de niña, porque mencionó que tenía una hija de 5. Quedó en regresar mañana, la esperaré.


Después ya casi para cerrar apareció una desperate housewives wife. Muy desesperada, verdaderamente. Odiaba a su esposo y a su hijo de 16. Estaba hasta la madre y cito textual ‘no estoy feliz con mi vida’. Iba con su hija de como 20. Las dos se veían cómplices y amigas, hartas de la desidia de sus familiares. Se aventó al menos 15 minutos de terapia y al final la pinche vieja no compró ni madres. 


Le marqué a Checo por su cumple porque nosotros no somos de mensajes, somos de llamadas en nuestros cumples. Qué chistoso que nuestra amistad se redujo simplemente a dos llamadas al año: la de enero en su cumple y la de agosto en el mío. No es queja, sólo embracing los cambios de la vida, supongo.

Y de ahí pal rial, ya no pasó nada relevante más que euphoria season one con mi mamá que no la había visto. 

Y la leche de Nina.

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