14 enero, 2022

ANEXO PARTE I

 Los flashbacks del anexo vienen muy fuerte esta temporada. Como cualquier otro trauma, había permanecido en vigilia por años pero ahora que ya pasé mi límite personal de tiempo en sobriedad, al parecer decidieron aflorar.

Hoy por ejemplo recuerdo mucho el patio que tenía techo. El patio donde nos ponían a trapear. Donde pintabamos. Donde eran las sesiones. Donde tejiamos. Donde llegaron los reyes magos. Donde lloré y lloré y lloré. Puede que no recuerde bien cuantos dias fueron, cuantas lágrimas escurrieron pero bajita la mano fueron treinta días y treinta noches de ininterrumpido llanto. 

Yo llegué muy mal, desorientada y muy psicótica. Hacía muchísimo frío y habíamos viajado toda la noche para poder llegar a Monterrey. No supe bien donde estaba ese primer anexo, creo que en Guadalupe. 

Lo primero que hicieron al recibirme fue encuerarme. Asi de huevos, quesque pa que no tuviera drogas o armas conmigo. A la verga, wey. Y de ahí a la regadera. Y agua fría por supuesto. 

No habia cabida para otra Mariana porque ya había tres, entonces fui Amparo.

Me dieron mi uniforme que consistía en unos pants con sudadera color gris. Me llevaron a mi cuarto y me dijeron que durmiera, como si se pinches podía dormir en ese lugar. Todo menos eso.

Y ahí si, a la mañana siguiente que comienza el calvario. Yo creo que así como Jesus que se retiro 40 dias y 40 noches al desierto, asi yo pero en el anexo.


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