26 octubre, 2020

PUENTE CON LO INERTE

Pienso que me piensas. Sé que estamos acostados, cada quien en su espacio, sin poder poder y nos pensamos.  Y a nuestra manera conectados. Nos rehusamos a cortar el cordón cuando pudimos, y ahora nos beneficiamos de ello. 

Iniciamos el enlace, es fácil. Ideamos telepáticamente un plan muy sencillo: escogemos una parte nuestro cuerpo y la fijamos a un objeto, así utilizamos lo inerte como puente entre nuestros cuerpos.

Yo decido usar mi dedo índice izquierdo y lo pego ligeramente, apenas rosando, a la parte superior y delantera de mi colchón. 

Tú decides esta vez doblar la pierna y usas tu rodilla (también izquierda) para hacer el puente con el objeto que mejor se te facilita: la pared.

No es instantáneo, pasa un poco tiempo como  los modems ruidosos de hace quince años. Sabes que la espera no es en vano porque una vez que los dos nos iniciamos, ya estamos unidos. El nexo es fijo. 

Pasa. Entramos a una sintonía única y inaccesible para cualquier otro ser vivo.

Creamos por unos instantes una dimensión bilateral.

Un terreno personal para dos.

Duramos ganchados hasta que terminamos de amarnos generalmente, o cuando uno de los dos se queda dormido después del chinito.

Y cruzamos el umbral de la telepatía y nos adentramos un rato en un sueño.

Cada quien sueña lo que quiere, pero siempre juntos y al mismo tiempo. Así se cierra esta ceremonia.

Yo hoy por ejemplo, soñé que estábamos abajo de las sábanas, alargando la oscuridad de la noche anterior y retrasando el inicio del domingo.

Yo arriba de ti en plan contemplativo, y tu abajo de mi en onda caliente. Lo siento en tu menguar. Pero no quiero iniciar la batalla sexual porque tu mirada dice mucho más. Intento aplazar el intercambio de vernos, hasta que me contagias con tu deseo. Y tiemblo. Y se inunda todo. Y la burbuja de sábanas se revienta. Y me penetras. 

Entonces estamos adentro de lo adentro de lo adentro.

Adentro tu cuerpo del mío. Que entró por la puerta de la mente. Que cruzo por el pasillo del sueño. Que se encuentra adentrado en la dimensión que iniciamos gracias conexión que logramos con los puentes de lo inerte.

Y todo estalla con la pequeña muerte.

Y no volveré a verte.

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