27 septiembre, 2018

VALE POR UNA TINA

Hoy vi a un vato idéntico a ti. Bueno, no igualito, pero todo tu tipo.
Vino a recoger a su hija al kinder.
Y pensé en todo lo que no fue.
Ya sabes, tu, yo, nosotros. Ellos.

¿Tu crees que si hubiéramos decidido tener una hija le hubiéramos puesto Valentina?
Yo digo que si.
Un día lo sugeriste y no me pareció mala idea.

Mis amigos que te presenté (que son de donde tu eres) también tienen una Valentina.
Mi roomie de París también tiene una Valentina.
Mi salsa favorita se llama así.

Obvio todas se reducen a la historia de la primera cosmonauta en el espacio, pero qué mas da.

Ya da igual.

No nos fuimos por ahí y tampoco es como que podemos regresar a hacerlo realidad.

Ahora ya no tiene sentido ni decirlo, pero esta nublado y empieza el frío y los pensamientos no los escogemos: decidí atormentarme tantito.

Y siempre (hasta que el siempre desaparezca, porque forever is a long long time) en las Valentinas del mundo que en este año tengan dos, tres, cuatro años, vivirá la posibilidad de lo que pude ser y no fue.

Imprimiré nuestras caras en sus rostros y me romperé un poco.

(Y todo vale verga, porque que al cabo que ni cogimos).

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