No tengo en mi oreja tu respiración ni tus ruidos cuando te estiras y quieres seguir dormido.
Imposible definir y dimensionar como es uno de tus putos abrazos y que ayer que quería uno no me lo diste y mañana que quiero un beso no me lo vas a dar.
Al final, soy yo la que tiene que lidiar con el retumbe en las cuatro paredes de los ruidos que vas dejando repartidos por todas partes.
Y que aunque me persiguen tus letras y me persigue tu voz, no me quiero dejar atrapar por un fantasma.
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