Como una novela de García Márquez pero en bicicleta.
Entre olores de tortillas de harina recién hechas, el chismoso chorizo que hueles a kilómetros a la redonda, frijoles y tacos, sobre todo tacos y taquerías. En cada pinche esquina.
Niños en calzones o en pañales corriendo descalzos por las calles detrás de nosotros. Gritando, aplaudiendo, gozosos.
Y tambien las pandillas y la “raza del barrio” echándose unas caguamas y chuquis en los rincones mas callados.
Mineros negros con delineado de ojo también en sus bicicletas, agotados y madreados por el sol y los carbones.
Parejitas de adolescentes de la mano o las más atrevidas, tirando pasión debajo de un árbol.
Todo esto de noche, caluroso, recorriendo en calles de una ciudad vecina arriba una dos ruedas y dos lucesitas.
Realismo mágico
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