Qué pesado se siente Navidad con los años. O con la edad. O con lo que sea, con mi vida o mi familia o mis amigos o mis conocidos o mi comunidad o mi ciudad o mi país o el puto mundo.
¿qué es lo que no me gusta? Probablemente las sillas vacías pero sobre todo que no fueron reemplazadas, mas bien otras se fueron quitando.
Que para estas alturas del partido ingenuamente pensé que tendría a alguien al lado de mi silla y el caos de tener que dividir tus días de fiesta entre los suyos y los míos. No pasa ni pasó y eso equis, si tan siquiera mis hermanos estuvieran como yo pero sus sillas estan llenas y prefieren agarrar la suya e irse a otras mesas familiares y al final siento que somos la silla de mi jefa y la mía contra el mundo.
Ha sido super generosa la familia de mi cuñado de invitarnos a su mesa en varios años pero en lugar de sentirme agradecida me siento frustada y desdichada por terminar en una mesa con muchas sillas de desconocidos que ningun lazo tienen conmigo ¿sacas? Y eso es mi best case scenario.
Me emputa pensar y sentir así porque tengo un chingo de comida en la mesa, no tengo violencia, tengo una preciosa sobrina que es la estrella del pinito de navidad, tengo para comprar regalos y tambien siempre me regalan algo. Y a pesar de todo, viene en estos días ese sentimiento de vacío.
Cómo diría mi mamá: ni volviéndome a batir.
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