Si es que hubiera cabida, se agrega inevitablemente una lectura, de preferencia un párrafo de Fresán “ese crack del sci-fi”, o bueno, si de plano no hay lectura que me invite a devorarla, le escribo a la vida y al amor con regocijo, lo cual se traduce en el placer instantáneo de darme cuenta como mis dedos obedecen mi cerebro y a su vez estos (los dedos) obligan a las teclas a mostrar el comando en mi monitor.
¿En qué o quien me estoy convirtiendo? Que divertido, me gustan los experimentos.
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